domingo, 18 de enero de 2009

Algunas palabras sobre "Así en la tierra como en tu cuerpo"

Por Bernardo Ruiz


Entre los fenómenos contemporáneos que atañen a la creación literaria se encuentra una íntima revaloración social de la poesía; lo que no necesariamente comporta un arte ejemplar, sino expresa —más bien— una urgencia de reconocimiento de parte de sus hacedores ante una forma prestigiosa de comunicación.
En este sentido, hay una sobreoferta continua de textos, cuya escasa calidad salta a la vista: estas producciones, surgidas más del afán de reconocimiento que de una reflexión cuyo objetivo sea transmitir una sensación, un hallazgo vital, un proceso afectivo de cualquier orden o una circunstancia peculiar, se distinguen por su escasa coherencia, su débil originalidad y su inmediatez —versificaciones, cuando lo son, producto de una frustración o una carencia—; y es más sencillo definirlas como prosa en columnas que enumerar sus defectos: sintácticos, rítmicos, lógicos, lingüísticos, retóricos o semánticos.
Surgidos de un arrebato afectivo, buscan sólo dejar constancia de la aspiración de una grandeza que les es ajena. En ese sentido, su objetivo final se diluye a causa de la propia ineficacia que las nimba. No transmiten ni la idea ni la emoción a la que aspiran; imitan pálidamente algún modelo mal asimilado y lo reproducen con debilidad; o bien, a raíz de que surgen de una incierta penumbra no alcanzan a tener la fuerza para iluminar el sendero por el que desean conducir su argumento, respecto al cual no se alcanza revelación alguna.
Tanto a concursos como a revistas o editoriales, llegan un amplísimo número de estos materiales. Paralelamente, en muchos espacios, en reuniones específicas se leen y aplauden “poesías” de estas características. La cortesía desplaza a la crítica y difícilmente en estas circunstancias, pocos autores podrán afinar su trabajo.

Por otro lado, en los territorios de la creación profesional actualmente contemplamos una gran variedad de propuestas, corrientes o teorías poéticas. Bien puede diferenciarse en ellas un tono generacional, una liga más o menos estrecha con determinada forma de pensamiento o con un canon, que hace de la poesía contemporánea un coro vasto y polifónico, donde por momentos alguna voz se escucha con mayor claridad, afirma su dictum, y permite el surgimiento de nuevas voces alternas o contrapuntos reveladores.
Las técnicas y procedimientos varían con cada poeta y es el gusto o la sana complicidad inter pares la que agrega a estas maneras de ver el mundo su fuerza y ejemplaridad.
No es nuevo —por ello— decir que la poesía debe aprenderse a gozar con paciencia, por contraste y comparación; en ocasiones por su contenido; en ocasiones por su forma; también por su capacidad evocativa o por su estricta reformulación de lo clásico. E, igualmente, en otros sentidos: por su originalidad, por su inteligente polisemia, por su deslumbrante impenetrabilidad; además de la pluralidad de sus recursos. Sean estos ya formular una experiencia de vida, rozar un límite, dar la vuelta a una visión del mundo y pulverizarlas, lograr una total sencillez o bien concentrarse en un retador hermetismo.

La gran poesía ignora la popularidad, pero no la rechaza; la mejor poesía convence tras varias lecturas o de golpe; una poesía magnífica es inaprehensible y sutil, o directa y contundente. En ello la poesía es parte del gran sentimiento personal o colectivo; o abre espacio para nuevos matices de la sensibilidad y de la intuición.
La poesía no requiere explicación: por sí misma comunica. Carece de reglas, y construye las propias. De ahí que sea difícil comprender cómo alguien es un poeta, aunque no es complejo en ocasiones aproximarse al otro aspecto a la persona que es el poeta.

A través de este largo preámbulo deseo aproximar a los lectores al poemario Así en la tierra como en tu cuerpo de Luis Ramaggio (Campeche, 1973) quien publica en la colección Versodestierro, 53 poemas que son presente y evocación: la memoria y la presencia de una mujer. Tema omnipresente en la poesía, lo que por ello facilita su comprensión. Mas el reto viene a ser lograr un nuevo giro para las circunstancias que rodean el deseo y el amor: el cuerpo y el placer; los cielos y abismos de la belleza.
El autor con su libro no ha pretendido hacer un canto general; decide acerca del eje de sus creaciones a la manera del Dante que evoca a su Beatrice, o como el desconocido artista de la Venus de Willendorf, o el Catulo que ansía a Lesbia, y no a ninguna otra; con ello, Rammagio refiere sus poemas de Así en la tierra como en tu cuerpo, a Tatiana.
Ella no es una isla, ni un ser aislado. Es una alianza con el poeta que se confirma poema por poema: oportunidad de diálogo y monólogo, de esperanza y encuentros.
Ramaggio decidió armar su obra en tres partes a través de una poesía axiomática, donde la brevedad define la intensidad.
Así de fugaces testimonia los momentos más altos de la vida, así quiso capturarlos y enunciarlos su autor en el volumen. Ello permite un cargado erotismo que evoluciona y se muestra verso por verso.
En Así en la tierra como en tu cuerpo el erotismo implica tanto descubrimiento como reflexión. ¿Dónde el yo y el tú? ¿Cómo la ausencia y la presencia? Bien, solos a veces están los cuerpos, sin embargo la perspectiva del diálogo amoroso ofrece espacios amplísimos, de proporción ‘sideral’ para los mutuos descubrimientos. Presente, es la circunstancia de la relación. Preocuparse por la eternidad, fatuo.
La comprensión de estos acuerdos permite la continua renovación del encuentro amatorio, cuyas perspectivas son plurales, breves evocaciones y arquitectura inmensa del cuerpo de la mujer que se delinea en cada poema.
Como amor profano, desde la primera parte del libro, define el poeta este vínculo con la amada, y en tal medida hay una veneración intensa hacia su compañera de naufragios (es decir, más que un viaje el amor es un fluir a la deriva), su cómplice de espejos: “deseo tu deseo”, le dice.
¿Cuál es la magia y el secreto en una relación de este orden? Sólo el poeta puede responderlo, tal es la enunciación de ‘A saber’:
Es complejo
Mirarte como a un cielo.
La puerta se abre sola
en un ayer.
Cada que el cielo de ayer
se abre…
¿Mirarte como a una puerta?
Tentador.
Como mirar un cielo

Sin embargo, el equilibrio de la relación amorosa se da con justicia equitativa:
Como cielos blancos
A la mitad de un tú
Entre un tú
Y
un otro
Yo.

Estas premisas son el punto de partida para la travesía, esa jornada por el mundo en torno a sucesivos descubrimientos y asombros donde se alternan los registros de diversos hechos: los internos, del conocimiento y la experiencia (“Siempre hablo de tu cuerpo / como al mío”), y la crónica amorosa , donde a veces se interpola la concepción de un poema como reflejo de estados del amor o la aproximación hacia ellos.
Una segunda parte del libro es una / varias / todas las experiencias conjugadas de este recorrido. Un caleidoscopio amoroso que marca cada uno de los momentos más significantes de la exploración de esta conjunción de mundos. A partir de versos pareados asonantes, Ramaggio concatena diversas epifanías del encuentro amatorio. Todas ellas tienen un sentido: distinguir diferentes formas de la perfección.
La tercera parte de Así en la tierra como en tu cuerpo viene a ser la de la comprensión de lo vivido y lo registrado en un contrapunto que evoca una situación simultánea: la naturaleza del poema (‘conciso, sin tiempo, diligente’); el sentido y sinsentido de la palabra y del silencio ante la comprensión de la otredad, a la que a fin de cuentas descubre, se disecta entre cuerpo y nombre; o bien cuando la consciencia de lo vivido puede resumirse con la simple asunción de que, verdaderamente, el tú es ‘otro yo’.
En tal medida, Así en la tierra como en tu cuerpo es un libro que en su brevedad ofrece al lector una visión contrastante, personal e intensa de experiencias profundas; donde el conocimiento de matices pocas veces mencionados en torno al ars amandi, el arte de amar, ofrece la perspectiva de la permanencia de una relación, que busca la continuidad, si no la eternidad; mas aspira a ella, por su intensidad y belleza, a través de un sostenido anhelo de perfección.
México, D.F., 6 de noviembre de 2008

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